He quedado con mi grupo de amigas H, para
tomar un café.
Al llegar veo a Erre sentada, con sus gafas
de sol puestas, su pelo recogido hacia atrás, y la revista de Mens Health en la
mano, contando los cuadritos de la tableta de chocolate, de el último famoso de
turno sometido al EPLMDUDF que viene a ser -entrenamiento para la mejora del
uso y disfrute femenino -.
-Aquí estás tú, con tu pasatiempo favorito
–comento sentándome a su lado.
-¿Pero tú has visto? Este se ha pasado cuatro
pueblos, tiene más onzas que una pastilla de las de Valor.
-Ummhhh y seguro que está dulcecito, dan unas
ganas de darle un bocado a ver –sugiero congiendo la revista.
-El de verdad no sé., pero ese seguro que
sabe a tinta –nos corta el camarero con una risita.
Lo suyo habría sido que me pusiera roja, pero
no me sale de manera natural. Mi amiga se ríe abiertamente.
-Yo quiero un cortado –pide.
-A mi un capuchino –el camarero nos sonríe y
va a prepararlo.
-Que perraka eres –me dice Erre.
-No, la perraka acaba de entrar por la
puerta.
-¡Chicas! –nos saludan Eme, Ele, Eme Jota y
las demás, viniendo hacia nosotras.
-¿Qué pone en la camiseta? –pregunto, ya que
llevo lentillas y con ellas me es imposible leer a cierta distancia. Vale sí,
soy muy miope, pero soy aún más presumida.
-“Estas son mis mejores amigas” –lee Erre.
-Que maja es ¿eh? se la ha puesto en nuestro
honor –comento.
-En realidad, una flecha señala sus tetas –me
aclara.
-Sí claro, eso es más razonable –asiento en
un gesto con la cabeza.
Eme se sienta llenándolo todo de bolsas,
evidentemente han estado de compras.
-Hemos ido de compras ¡camarero un bombón! –dice de corrido Ele.
-Sí, eso no hace falta que lo juréis
–asiento.
-Esto es para ti –informa Ele, dándole a Erre
un paquetito envuelto en papel de pinocho rosa con un lacito.
-¿Si? ¿tengo un regalo? Pero si no es mi
cumple.
-Hija lo he visto y no he podido resistirme.
-Venga ábrelo de una vez –insisto.
-Voy, voy –con cara emocionada y mano
temblorosa empieza a romper el papel y aparece un pequeño vibrador morado con
forma de…
-¿Un espárrago? ¿le has comprado un
espárrago? –pregunto.
-No es un espárrago –se defiende Ele.
-Es un vibrador –informa Eme –si le das a
este botón, se mueve, mira.
El camarero se acerca en ese momento.
-¿Eso es para que os lo haga a la plancha?
–nos pregunta.
-No precisamente –me río.
Entra I con cara de agobio y se dirige
directamente a la camarera, metiéndose a empujones no muy discretos, entre dos
entrajetados que están tomando café en la barra sin quitar el ojo a nuestro
espárrago.
-Nena déjame el ambientador anda, que hoy
tenemos la visita de unos clientes de esos pesados y presumidos y huele todo el
despacho a croquetas congeladas.
-Oye guapa, mis croquetas son caseras y mi
extractor funciona divinamente, lo que huele será la bazofia que traes en el
tuper todos los días, por no gastarte un duro en mi bar –se queja poniendo el
ambientador en sus narices.
-Mejor no te pido un café ¿no? –la otra
únicamente la mira.
-Parece que te has quedado sin almuerzo
–comento.
-¿Se puede saber que le pasa? –pregunta I.
-¿Ves aquella cursi de gafas de la esquina?
–indica Erre. I asiente con la cabeza.
-Es de Sanidad –contesto.
-¡Ups! Y ahora se ha puesto a revisar los
extractores. Yo de ti cambiaría de bar –le aconseja Ele.
-¡Joder! Para terminar de rematarlo, mi jefe
tenía que venir justo a este bar –nos dice I, al ver que el susodicho jefe
entra por la puerta y pone una de sus sonrisas de vendedor de coches usados.
Vamos, comisuras en orejas.
-Creo que viene hacia aquí, ni se te ocurra
invitarlo a sentarse ni para hacerle la pelota ¿eh? –amenaza Eme.
-Es peor aún.
-¿Por qué? –pregunta Eme.
-Me temo que los presumidos y pesados
clientes del jefe, son los encorsetados de la barra –informo.
-¡Tierra trágame! ¡Y esconde eso por el amor
de Dios! –gime I agarrando el espárrago. Momento que el jefe escoge, para
acercarse a ella y cogiéndola por el hombro, levantarla de la silla para
acercarla a los clientes y presentárselos.
-Os presento a mi brillante ayudante, I. I
ellos son los maravillosos clientes de los que te hable -. I sonríe, pero no
extiende la mano, el jefe la mira con la ceja levantada. I se decide y tira al
suelo el vibrador para dar la mano a los clientes. Lo hace y respira.
-Señora –dice un niño tirándole de la camisa.
-¿Sí? –contesta I poniendo su cara más
maternal.
-Se le ha caído esto –un objeto de plástico
con forma de espárrago aparece en sus manos.
-Ehhh no pequeño, te equivocas, eso no es
mío.
-He visto cómo se le caía.
-¡Hombre! Mi espárrago –el frutero acaba de
entrar en el bar, tan guapísimo como siempre; alto, moreno, fuerte, musculoso,
con unos ojazos impresionantes y encima buena persona. En nuestra mesa las
risas por los apuros que está sufriendo nuestra amiga, son sustituidas por un
generalizado ¡aaaaayyyyyy!
Él, coge el espárrago, su café para llevar,
nos guiña un ojo y sale.
-Vuestro pedido estará listo en un momento
–nos informa desde la puerta con una deslumbrante sonrisa.
-¡¡¡Aaaaayyyyyy!!!! –todas suspiramos.
-Ahí llega Jota –nos indica Eme. Jota viene
distraída mirando su I-phon y partiéndose de risa, se choca con el frutero y ni
se entera.
-¿Qué miras que vas tan distraída? –pregunta
Eme Jota.
-He colgado una foto para uno de mis
personajes en el face.
-Y? –le digo.
-Mira lo que me contesta una.
-¿Qué? –pregunto. Jota me deja el móvil.
-“Con este te has pasado, es demasiado
irreal. A mi me gustan los tíos más de verdad, no tan de anuncio” –leo en voz
alta.
-Pero si es tu marido –dice Ele.
-Por eso me río –contesta Jota. Y todas nos
reímos con ella.
Al terminar el café pasamos por la frutería a
recoger el juguetito de Erre.
-Ha pasado por tantas manos que no sé si lo
quiero –comenta.
-No seas tiquis-miquis –le dice Eme Jota.
-Esto… ¿tienes nuestro pedido? –pregunta
Erre.
-Claro –contesta el frutero. De nuevo esa sonrisa y todas.
-¡¡¡¡Aaaaayyyyyy!!!!!!!
Se da la vuelta para coger la bolsa, la
espectacular vista de su trasero hace que sea
¡¡¡¡¡AAAAAAAAYYYYYYYYYY!!!!!!!!!!!
-Aquí tenéis –salimos con un nuevo suspiro.
-Esto pesa mucho para ser el espárrago –comenta
Erre. I le quita la bolsa y la abre. Los ojos se le agrandan, mete la mano y
saca un calabacín del tamaño de un bate de béisbol.
Vuelve a meter la mano y al lado del
espárrago hay una nota.
“He pensado que te gustaría más”
-Ya le vale.
-Será pervertido.
-Increíble.
-Que grosero.
-El muy salido.
-Pero tiene buen culo.
-Sí, eso sí.
-Definitivamente.
-Buen culo, sí señor.
A mis queridas H que tan buenos ratos me hacen pasar.
7 comentarios:
Jajaja, pues gracias a tus queridas H, que me lo han hecho pasar genial.
Qué buenos diálogos. Cuándo aprenderé?
Ya sé que te lo digo mucho, pero es que son sorprendentes.
Besos
Gracias Julio, con lo que admiro yo tu poesía. siempre me motivan tus palabras de apoyo.
Ains... Bela, muy bueno... que digo yo buenísimo!!! Me he muerto de la risa, lo vuelvo a leer y me parrrrrrrrrto. ¡¡¡Qué buena eres jodía!!! Esas amigas tuyas de H, deben ser la leche, que afortunada eres.
Me ha encantado, qué bien lo tienes que pasar con ellas. Sigue con estas magníficas entradas tan divertidas que nos alegran un lunes tan soso.
Un besazo!!!
Jajajaja sí de dónde sacaré yo esas amigas, jajajaja. Besazos y gracias por leerlo.
Qué momento "sparrow" más bueno, jajajaja
Ese niño tan bien educado, qué oportuno pardiez...
Un ratillo saleroso para acostarse con una sonrisilla.
Un beso guapa!!!
Gracias María Elena, pues sí nos echamos unas risas sí.
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