TODOS LOS LIBROS DE SELECCIÓN RINCÓN ROMÁNTICO A TAN SOLO UN EURO

UN EURO

sábado, 23 de julio de 2011

REGALANDO RA

                
-¿Qué le vamos a comprar?- me pregunta mi marido.
-Una novela romántica, bueno más bien erótica, como es tan pudorosa- es el cumpleaños de mi hermana Jossy y vamos a comprarle el regalo a un conocido gran almacén de cuyo nombre prefiero no acordarme.
-No entiendo tu razonamiento- me contesta Ace.
-Pues es fácil, quiero divertirme viéndole la cara cuando le hable de ciertas escenas del libro.
-Vamos que tú lo has leído ¿no?
-Y lo he puesto en práctica. Más concretamente de la página 140 a la 140. Anoche.
-Ummhhh, lo recuerdo. Y ¿de quién es?
-De Noelia Amarillo -contesto.
-Me cae bien -dice cogiéndome por la cintura y apretándome contra él-. Pobre hermana tuya, sabes que eres muy retorcida ¿verdad?
-Sí.
Entramos en los grandes almacenes y nos dirigimos a la sección de romántica adulta. Mi marido se pone a curiosear en un stand mientras yo busco en el de enfrente. Me doy cuenta de cómo una dependienta vigila con curiosidad, dirijo mi mirada hacia el objeto de la suya, vamos mi chico; metro ochenta por metro y medio de ancho (está buenorro, la verdad) calvo con perilla larga, camiseta con la calavera de los Motorhead y sin mangas, que deja ver los brazos completamente tatuados, pantalón estrecho marcando, cadena que cuelga en la cadera y botas moteras, revisando con atención el stand de romántica.
La dependienta se acerca hasta él.
-¿Puedo ayudarle caballero? -le sugiere muy amable.
-Estoy buscando un libro -contesta él.
-Sí claro, pero se ha equivocado de sección -le dice ella muy convencida.
-Eh, no, no creo.
-Sí, se lo aseguro.
-No, no creo -repite él.
-Sí de verdad que sí, caballero.
-Que no mujer que… -me mira suplicando ayuda con los ojos, yo sonrío acercándome a él, él sonríe aliviado, paso por su lado cojo “Las ranas también se enamoran” y me pongo a ojearlo haciendo como que no lo conozco de nada.
A Ace se le borra la sonrisa de la cara, pero de repente entrecierra los ojos y la sonrisa vuelve a aparecer esta vez algo más malévola y nada suplicante.
Se le está ocurriendo algo, una mueca lobuna se instala en su rostro, extiende el brazo acorralando  a la dependienta entre él y la estantería pero sin llegar a acercarse demasiado.
-Caballero…- dice esta con voz susurrante. Se le está derritiendo hasta el alma, pienso yo.
-Si me dice el título que busca… -comenta enredándose el pelo con los dedos. Mira que vocecita se le ha puesto pienso yo -pues… podré acompañarle al stand apropiado.
-¿De verdad quieres ayudarme? -le pregunta mi marido con su voz de que sensual soy.
-Por supuesto -asegura apuntándole directamente con sus dos puntiagudos pitones.
-Pues no me acuerdo del título, pero entre las páginas ciento cuarenta y ciento cuarenta y uno se describe la mejor mamada de la historia -le dice con voz calmada como quien habla del tiempo.
La chica se pone como un tomate, desvía la mirada y habla en un hilo de voz.
-Ehhh, “Cuando la memoria olvida” de Noelia Amarillo, y sí está usted en la sección apropiada, pero está agotado, disculpe -se dirige a la protección del mostrador prácticamente corriendo.
-Y yo soy la retorcida ¿no?- digo acercándome a mi marido.
-Pues parece que no está, habrá que encargarlo ¿no? -me dice pasando de mi comentario.
-Pero que burro eres a veces.
-El caso es que me ha entendido ¿no?
-Supongo.
-Pues vas a tener que ir a encargárselo tú porque como vaya yo igual llama a seguridad.

sábado, 16 de julio de 2011

EL CIRUJANO CON LA MOTOSIERRA

  • -Un perdigón, flipa, lo que tengo en la cabeza es un perdigón.
  • -Pero Bela ¿un perdigón?- me dijo Jaime, el médico de urgencias.
  • -Te lo juro, es lo que me han dicho.
  • -Pero… ¿cómo? ¿cuándo? ¿dónde?
  • -¿Crees que si lo supiera me habría metido con él en la máquina?
  • -Pero vamos a ver, a la gente normal no le van pegando tiros por ahí sin que se enteren.
  • -¿Me estás llamando anormal?
  • -No, estoy diciendo que de algo te acordarás.
  • -Otro, que pesaditos estáis, que no, que no me acuerdo. Mis tíos eran aficionados a la caza y durante un tiempo viví con ellos, tendría no sé, cuatro años, quizá…
  • -¿Te pegaron un tiro y no se lo dijeron a nadie?
  • -Es que de pequeña era muy pesada.
  • -Bela hablo en serio.
  • -Y yo, a los cuatro aún me hacía pis encima y a veces lo que no es pis.
  • -Sí, si lo que me extraña es que fallaran y no siguieran intentándolo.
  • -Ja, muy gracioso- le contesté mientras él palpaba la zona en la que estaba incrustado el perdigón.
  • -Yo creo que esto es mejor que te lo quite tu amigo Rutas que es el cirujano. Por dónde está alojado mejor lo hacemos en quirófano y con un poquito de anestesia.
  • -¡Ummmhhh! anestesia me gusta como suena, dolor el justo, vamos cuando me depilo y punto.
  • En ese momento aparece Rutas, es cirujano en el hospital en el que yo trabajaba y amigo personal desde entonces.
  • -Bueno qué, ya sabemos que tienes en la cabeza además de pájaros- dice muy sonriente.
  • -Un perdigón- le contesto yo, ya más que acostumbrada a la cara de asombro que ponen todos desde que empecé a decirlo.
  • Rutas se atraganta con el café que va tomando en un vaso de papel.
  • -¿No jodas?
  • -Siempre que puedo pero eso no viene al caso. ¿Has quitado uno alguna vez?
  • -La verdad es que no- me contesta pasando de mi comentario anterior.
  • -Está lo suficientemente profundo como para que lo quites tú en quirófano- le informa Jaime.
  • -Déjame ver- dice Rutas dejando el café en una mesilla y acercando su mano a la parte de atrás de mi cabeza.
  • -Mira que sabéis que no soporto que me toquen la cabeza, pues nada, tú te la tienes que saber ya de memoria.
  • -¡Calla pesada!- dice sobando sin compasión la zona en la que cómodamente descansa mi perdigón durante calculo yo, más de treinta años. ¡Dios, que vieja soy!
  • Han pasado dos semanas, mi marido y yo esperamos a la puerta de los quirófanos con el resto de los que van a ser intervenidos ese día.
  • Cada vez que pasa un ex compañero se para y me pregunta qué hago allí, he contado la historia del perdigón unas cincuenta veces esta mañana y como si digo que no me acuerdo siguen indagando voy inventando sobre la marcha.
  • Hasta el momento fue una esquirla en una feria, un accidente aéreo con algunos supervivientes, en el que algo se me incrustó, un niño que me odiaba de pequeño y me disparó mientras dormía, un tiroteo en el que ví involucrada en un viaje reciente a Nueva York, aunque mi preferida sigue siendo que mis tíos intentaron asesinarme.
  • Por fin me siento  (un poco de tranquilidad)  será la hora del almuerzo. De repente me doy cuenta de que el resto de la gente que lleva toda la mañana oyéndome relatar mi historia me mira raro, pues no sé por qué.¡ Ahhh! Seguramente pensaran que me voy a colar ya que llevamos algo de retraso.
  • En ese momento se abre una puerta que da a la sala de despertares del quirófano, un ser extraño, alto, grande, con una especie de mascara protectora, un gorro con decorado con ruedas, una bata que más parece un impermeable y unas botas de… sí, ¿agua?, ¿eso que lleva son botas de agua?se me han puesto los pelos de punta, el corazón se me acelera y eso que lleva en la mano es una ¡MOTOSIERRAAAAAA! Me levanto dispuesta a salir pitando de allí cuando oigo mi nombre.
  • -Bela ¿dónde vas?- me dice Rutas levantándose la máscara.
  • -¿Tú qué crees? Lo más lejos que pueda de la motosierra que llevas en la mano.
  • -Bela, por favor no seas histérica- me dice mi marido.
  • -¿Histérica?- de verdad chicos nunca, nunca, jamás, le digáis eso a una mujer- pues que te opere a ti los cojones con esa motosierra a ver si te quedas tan tranquilo.
  • -¿Pero qué motosierra?- dice mi amigo Rutas.
  • -La que tienes en la mano y  estás escondiendo detrás de la puerta pero que yo he visto claramente- miro a mi alrededor buscando a aquellos que tenían prisa por entrar, todos están hundidos en sus asientos, ya nadie quiere pasar delante de mí, ¡cobardes!.
  • -Pues a ver si te hago un lobotomía porque ves visiones, esto es el artroscopio, que tengo que dársele en mano a Encarni para que no… y a ti que te importa, venga pasa que te cojan la vía y hablemos con el anestesista que te ponga un kilo de Dormicum a ver si te calmas un poquito.
  • -¿Drogas?, eso suena mejor- miro a mi alrededor ¡lo sabía! Otra vez quieren ser los primeros.
  • Estoy en la camilla, por experiencia sé que con algunas drogas se nos afloja la lengua y decimos aquello que no debemos y yo allí rodeada de gente que me conoce, por lo menos no está Luis, hace poco me han contado un secreto sobre él, vale me voy a concentrar, no pienses en eso, no pienses en eso, no pienses en eso, me digo a misma, al notar que el líquido entra por mi vena haciéndome cosquillas, una voz jovial suena a mi espalda.
  • -¡Hola Luis! cuanto tiempo sin vernos- le contesto queriendo que la tierra me trague. Empiezo a sentir esa sensación de bienestar, esa modorra extrema, esa disolución de los límites entre el mundo consciente y el subconsciente.
  • -¿Cómo estás?- me dice poniendo un paño verde sobre mi cabeza.
  • -Bieeeennnn, pol cielto es veda eso que me han diiitooo de ti….
  • -Venga Luis tápale ya la cara- oigo que dice Rutas en la lejanía.
  • Un mes después me encuentro con una amiga en el Puerta (un centro comercial de Alicante).
  • Después de los saludos de rigor algo en mi escote llama su atención. Llevo un colgante en forma de corazón, con un líquido rojo que corre por él y en el que algo oscuro nada a su antojo.
  • -¡Que chulo!- me dice- que es esa piedrecita.
  • -¿Te gusta? Pues es un perdigón que me quitaron de la cabeza.
  • -¿Y eso?
  • -Una larga historia, resulta que este invierno hice un viaje a África…   

lunes, 11 de julio de 2011

¡Ay! el amor.

                 
Mi amiga Mery y yo hemos quedado para tomar café en una cafetería del puerto, llega como un torbellino (vamos, como lo que es).
-¡Joder nena!, a las siete y media estaba en el mercado y me ha tocado llevarme a los críos porque hasta las ocho no los puedo dejar en el cole, luego los dejo y me voy al curro, se me olvida la compra en el coche y casi la lío porque…..
He dejado de escuchar, aunque veo que sus labios siguen moviéndose, pero es que para cuando llegó a las diez yo ya estaba agotada. De verdad que no sé cómo alguien puede hacer tantas cosas en veinticuatro horas.
Mi amiga tiene veintitantos, dos hijos y toda ella es como una bola de energía, no se agota nunca, o por lo menos eso nos parece a los demás.
Otra cosa que la caracteriza es que no cree en el amor.
 -Lo que pasa es que os enchocháis y os creéis que estáis enamoradas pero luego na de na.
-Oye guapa que yo llevo casi veinte años con Ace.
-Sí porque eres de enchochamiento largo y de ideas fijas.
-Claro lo que tú digas, mira mi amigo Sergio, oye está disponible ¿quieres que te lo presente?- Sergio es un chico guapo y simpático, fácil en el trato y muy seductor, él sonríe como el que guiña un ojo, sonrisa y al bote, lo tiene hecho.
-¿Para qué? es el típico guaperas, seguro que…
-Calla que se acerca.
-Hola preciosa, perdón, preciosas- dice Sergio dándome dos besos.
-¡Ja!- espeta mi amiga. Él entorna los ojos en forma de interrogación y yo carraspeo.
-Sergio, ella es Mery, una amiga del trabajo.
-Hola Mery- le dice mi amigo plantándole un beso en la mejilla que hace que mi amiga se ponga roja, él sonríe pensado que el color de sus mejillas es por timidez, yo sé que se parece más a la rabia y que como vuelva a tocar sin permiso se va a llevar una hostia.
-¡Buf! hola- gruñe mi amiga, Sergio pone cara de asombro.
-No se lo tengas en cuenta, es que hoy tiene el carácter de regular tirando a mal.
-Una chica tan bonita, no te creo- dice el, yo empiezo a temer la respuesta a esa frase.
-¡Que asco, uno de esos!- contesta Mery.
-¿Perdón?- dice mi amigo.
-Tranquilo, no es personal- intento mediar yo.
-¿No? que alivio si lo llega a ser no sé yo- me contesta Sergio.
-¡No sé yo, no sé yo!- repite mi amiga con rintintín.
-¡Mery!- la reprendo.
-¿He dicho o hecho algo mal?- pregunta mi amigo a nadie en concreto.
-¡Oh! No, no. Salvo quizá tener… ya sabes pene- le contesto yo.
-Pues eso no pienso quitármelo, ni por ti ni por nadie guapa- le dice Sergio directamente a mi amiga.
-¡Vaya! A don Juan le gusta su pene, que novedad. Pues para que os enteréis los dos, no es ese apéndice lo que me molesta, es el resto.
-Creo que será mejor que os deje solas- dice Sergio levantándose de la silla- Bela dale saludos a Ace, Mery ha sido ummmhhh, interesante conocerte- mi amiga hace una mueca despectiva y él se aleja.
-¿Ya no soy preciosa don Juan?- le grita mi amiga a su espalda, él ni se vuelve ni contesta, se dirige directamente a una rubia que hay tomando café sola en la barra.
-¿Ves? tu amigo es un cazador y ya ha localizado otra presa.
-Sí claro, el problema son ellos- le contesto yo con ironía.
-Mira por ahí viene el Canalla, el Canalla es un amigo de Mery, un tipo divertido y chulesco.
-Hola chicas- dice sentándose en la silla que ha dejado libre Sergio- ¿Qué pasa?
-Aquí, espantando hombres con tu amiga- le digo yo.
-¿Quién ha sido el pobre incauto?
-En la barra, tercero por la derecha- le contesto yo, Mery mira su taza con satisfacción.
-¿Y éste qué ha hecho? no me lo digas, ser hombre.
-Premio- dice mi amiga.
-Anda bonita, que estás apañá con un poquito de arreglá.  

domingo, 3 de julio de 2011

Voy camino Córdoba.

         


Hoy nos vamos las cuatro hermanas, emprendemos camino a Córdoba. Mi hermana Ali de la que ya os he hablado -sí, la que tiene un acosador de ochenta años- mi hermana Jossy que es, es, es ella misma, Jossy mide lo mismo que yo ¿os acordáis? metro y medio solo que a ella le gusta concretar, uno cincuenta y dos, tiene una preciosa melena larga y negra -negra por la gracia de san Loreal- y mil doscientos quince collares, le gusta vestir desenfadada con un toque hippy y es más buena que el pan, y por último la pequeñina, Nube. Nube tiene treinta y seis años pero sigue siendo la pequeñina, de estatura media, enormes ojos verdes, labios pequeños y carnosos, y nariz como los ojos, verdes no ¿eh? lo otro, aunque las palabras nariz y grande no pueden ir en la misma frase si nos referimos a ella, es tabú, en conjunto tiene una cara preciosa pero en los últimos años ha adoptado un vicio que afecta a su aspecto físico, le ha dado por quedarse embarazada, ya va por el tercero.

Éste último le ha sentado muy bien apenas vomita, pongamos unas diez o doce veces al día, su secreto, las empanadillas. En cuanto nota que le rondan las náuseas se echa una a la boca y frenan en el acto.

Como os decía estamos cargando el coche de Ali, ella ha metido ya en el maletero su trolly, Jossy su bosa gigante de espejitos y lunas grabadas que se compró en el último mercado medieval, yo llevo mi mega bolso rosa chicle último modelo del Strady y Nube…

-¡Nube venga!- le grita Ali al telefonillo.

-Voy que me faltan unas cositas- a los diez minutos la vemos bajar cargada de bolsas.

-Pero ¿qué llevas? Solo vamos a pasar una noche- la recrimino.

-Déjala pobreta ¿te encuentras bien hoy?- le dice Jossy cogiéndole las bolsas.

-Venga dame bolsas que vaya cargando el maletero. Ésta de ropa, esta de cosas de aseo, esta… ¿para qué llevas las toallitas de las niñas?

-¿No las llevarás a ellas en alguna bolsa que tú eres capaz- le digo rebuscando entre sus bultos. Aunque parezca una broma no lo es, las estoy buscando realmente.

-Meteros conmigo pero ya veréis como nos vienen bien ¡aaarrrggggg!

-¡Nubeeee! jajaja- esta es Ali.

-¡Jodeeerrr! jajaja- yo.

-Pobreta ¿tienes gases? ¿quieres tomarte una infusión de anís antes de irnos- es Jossy naturalmente, Aly y yo estamos partiéndonos de risa apoyadas en el coche.

-Desde que estoy embarazada parece que vaya a explotar, sí sí reíros malas hermanaaaarrrrggggs!

-¡Jajajajajaja!- Ali y yo.

Risa contenida- Jossy claro.

-Pues que sepáis que se pasa fatal- se queja Nube amargamente.

-Perdona- Ali.

-Me callo- yo.

-¡Arrrgggg!- Nube.

-¡Ainnnss! pobre- Jossy apretando la boca para evitar reírse.

-¿Y esta bolsa?- le pregunta Ali cuando consigue dejar de reir.

-Nada cuatro cosillas por si nos da hambre- contesta Nube.

-¡Pero si llevas dos kilos de empanadillas!- se sorprende Ali.

-Te vas a poner que en la próxima ecografía no te van a encontrar al bicho, eso o te sale empanao- le digo yo.

-Nada nada no engordo que estoy bebiendo mucha agua.

-¡Jajajajajaja!- Aly y yo- empanadillas remojás, jajaja- yo.

-Bela ya está bien- me riñe Jossy- no les hagas caso cariño vamos al coche.

-Vaaaarrrrgggale- ya sabéis quién es.

-Yo delante- se pide Jossy.

-Pero si ni conduces ni te sabes el camino- le digo yo.

-Pero detrás me mareo.

-Vale si tengo que escoger entre doña mareo y doña eructo me quedo con doña eructo pero las empanadillas las llevo yo.

-Ja arrrrgggg- efectivamente esto último lo ha dicho Nube.

-Déjame anda- le digo a Nube una vez acomodadas en la parte de atrás del coche- te voy a dar un masaje que vas a expulsar más aire que el Apolo XIII.

Comienzo con el masaje y Nube va expulsando aire en forma de pequeños eructos hasta que paramos en un semáforo y decide que es el momento de obsequiarnos con el premio gordo.

-¡AAAAARRRRRGGGGG!

-¡Dios!, que susto- digo llevándome la mano al corazón, las cuatro miramos instintivamente a los lados, al derecha en una furgoneta, una familia aparentemente árabe nos sonríe con aprobación, a la izquierda una familia aparentemente española se apresura a subir las ventanillas mientras ponen cara de alarma.

-JAJAJAJAJA- esta vez reímos las cuatro mientras las lágrimas corren libremente por nuestros rostros.