Mi amiga Mery, de la que ya os he hablado en alguna ocación, ha pedido ayuda por el face para colgar estanterías y montar muebles, está arreglando la casa evidentemente.
-Okis, se lo digo a Ace y a ver si llama a algún coleguita.
-Okis, besos.
Unos días después Ace me llama por teléfono.
-Nena ¿era hoy cuando íbamos a casa de tu amiga a lo de los muebles?
-Sí, ¿has conseguido liar a alguien más?
-A Sergio –me contesta.
-¿Pero a Sergio guaperas? –le pregunto yo.
-Y yo que sé si es guaperas.
-Es que… -empiezo a decir.
-Es que ¿qué? querías ayuda ¿no?
-Si, si. Nada no pasa nada, creo.
-Bela… hay algo que debería saber y no sé.
-Ehhh, no nada. Quedamos allí a las siete.
Los tres esperando que Mery abra la puerta, y cuando lo hace nos encontramos a una Mery sofocada, con un pequeño vaquero roto, una camiseta como tres tallas más grande decorada con manchas de comida y rotulador, más algún roto y el pelo recogido en una antiestética cola de caballo.
Al abrir la puerta y distinguir a Sergio entre los visitantes, un destornillador viaja desde su mano al pie descalzo.
-Me cago en la puta de oros.
-¿Te has hecho daño? –osa preguntar Sergio acercándose y recogiendo el destornillador.
-Tu qué coño haces aquí –espeta mi amiga con muy malas pulgas.
-Mira que eres agradable –contesta Sergio.
-¿Os conocéis? –indaga Ace mientras los tres clavan sus ojos en mi.
-¡Ah! ¿No os lo había dicho? Que despiste –contesto yo a nadie en particular entrando en la casa sin más demora.
-Ya la estás liando –me dice Ace en voz baja viniendo detrás mía.
-No sé de qué me hablas.
Sergio ha puesto cara de que no se le ha ocurrido nada bueno y sin más se acerca a Mery le planta un beso en los morros y le coge el trasero con ambas manos.
-¿A qué has venido? –pregunta Mery entre sorprendida, enfadada y extasiada.
-A montar muebles, creo.
-Pues la última vez que miré en el culo no tenía muebles.
Sergio levanta las manos en son de paz y da un paso hacia atrás con media sonrisa dibujada en la cara.
-¿A ver qué muebles son esos? –interviene Ace.
Mery nos lleva hasta un cuarto aparentemente infantil.
Los chicos se ponen enseguida en plan hombre, sacan herramientas, separan, ordenan y de paso mandan, a nosotras claro.
-Ehhhh Bela ¿me ayudas en otra habitación? –pregunta Mery.
-Claro –contesto deseando escaparme de las ordenes de los patrones. Me da la impresión de que ellos ni siquiera se han dado cuenta de que hemos desaparecido.
-¿Existe algo que le guste más a los tíos que una herramienta eléctrica? –pregunto a mi amiga.
-Claro tía, el fútbol.
Cuando estamos completamente a salvo de sus miradas y completamente protegidas de sus oídos gracias al ruido de las susodichas herramientas, Mery me agarra por los brazos.
-Pero que bueno está.
-¿Quién? –pregunto.
-Quién va a ser, tu marido no te jode.
-Oye guapa que mi Ace está muy bien.
-Sabes por qué lo digo.
-Claro porque estás colada por Sergio.
-Que va, si es un ligón de playa. Es sólo que tiene un polvazo.
-Vamos que te mola.
-Mogollón.
-Pues cualquiera lo diría.
-Si a él le mola que me haga la dura –me dice dirigiéndose a la cocina.
-No te puedes imaginar la pereza que me da este juego vuestro, menos mal que estoy casada.
Mery abre la nevera y saca unas cervezas.
-Vamos a llevarles combustible, ¿sabes? Creo que si tuvieras que jugar serías la reina.
-Pues yo creo que me habría hecho lesbiana.
-Cariño los juegos de los gays son igual de complicados.
-Pues a monja.
-Anda que los jueguecitos de Dios.
En cuanto entramos en la habitación me abrazo a Ace.
-Cariño no sabes cuanto te quiero –le digo apasionada.
-Yo también, pero te querría más si me dejarás terminar este agujero.
Así es mi Ace, todo romanticismo y efusividad, pienso yo.
Al volverme me doy cuenta de que Segio se ha quitado la camiseta y luce unos abdominales tipo tableta y un pectoral a juego, Mery le mira embobada, de un momento a otro se va a poner a babear y él decide dejar el.. el… el esto que esta usando para… para… para lo que sea. Extiende la mano reclamando su cerveza y mi amiga lo intenta, de verdad que lo intenta, da un paso pero…
-¡Cuidado! –gritamos los otros tres a la vez.
Demasiado tarde Mery ha caído a los pies de Sergio y las cervezas han rodado alrededor. Sus manos en un intento desesperado por mantener el equilibrio se han aferrado al pantalón de chándal de mi amigo y lo han arrastrado en su caída dejando a la vista un calzoncillo tipo slip.
Sergio apoya las manos en las caderas pacientemente mientras niega con la cabeza.
-¡Joder, joder, joder! –grita Mery llevándose la mano a la dolorida espinilla.
-Cariño si eso es lo que querías, solo tenías que pedírmelo –dice Sergio mientras se coloca el pantalón y se agacha ofreciendo su ayuda a Mery.
-¡Vete a la mierda chuleras! –contesta ella poniéndole una cerveza en la mano y antes de que Sergio reaccione, mi amiga le hace el favor de abrírsela. Teniendo en cuenta el viajecito del bote en cuestión, en cuanto la chapa cede, el líquido ámbar se dispara hacia la cara del pobre chico que cae de culo.
Naturalmente mi amiga rompe a reír como una loca.
Tres horas después queda tan solo una estantería que poner, ahora ya, en el salón. Y en ello están Sergio y Mery mientras Ace y yo recogemos.
-Sujétala bien –indica él.
-Deja de dar órdenes ya –se queja ella.
Oímos un golpe seco y vemos a Sergio blanco como la pared, con los ojos fuera de las órbitas y una estantería que antes no estaba ahí, encima de su pie.
-¿Para qué coño la sueltas? –grita Sergio.
-Porque me estás poniendo de los nervios con tanto grito y tanta orden.
-Me despelotas, me empapas, me lesionas… ¿tratas así a todos los tíos con los que te acuestas?
-No, contigo estoy dando lo mejor de mi.
-Un momento –interrumpe Ace -¿vosotros dos…?
-Cariño déjalo que no te enteras –contesto yo.
-Ace llévame al hospital que creo que la loca esta me ha roto algo.
Mery sin darse por aludida mira hacia otro lado.
Dos horas después Ace entra en la sala de espera en la que esperamos Mery y yo.
-Ha sido esguince –nos informa –voy a acercar el coche. Por qué no entráis a ayudarlo.
Durante el tiempo de espera Mery había comprado bombones para hacerse perdonar.
En la puerta (cortina) del box nos cruzamos con dos enfermeras.
-¿Ha visto lo bueno que está? Vaya abdominales –dice una.
-Pues yo juraría que te ha guiñado un ojo.
-¿Tu crees?
-Le has gustado te lo digo yo.
Yo suspiro temiendo la reacción de mi amiga. Al entrar le tira los bombones encima, con tan mala suerte que dan en sus partes más queridas y masculinas.
-¡Aaauuuuu! ¡socorro enfermera se ha colado una loca! –grita Sergio.
-No te quejes que no estarás tan dolorido si andas guiñando ojos y coqueteando con todo quisqui capullo.
-¿Celosa? –pregunta con una provocativa sonrisa.
-Ja, más quisieras.
-Ven aquí –ordena él.
-Ni hablar –contesta mi amiga, avanzando un paso.
-Que vengas.
-Que no joder –dos pasos más.
-Un poco más cerca.
-No, es no –dice Mery dándole con el dedo en el pecho repetidamente.
Sergio le agarra la muñeca y la tira sobre él dándole un beso que hace que yo mire a otro lado, y en ese momento entra la enfermera a la que le han guiñado un ojo.
-Este no es sitio para eso –protesta.
Mi amiga se pone una mano a la espalda y guarda cuatro dedos en un puño mientras eleva el llamado corazón al cielo.
10 comentarios:
Te lo dije Mery jajaja. Mi amiga Dikinso me ha reñido (no sin razón) por la entrada anterior, Dik no te enfades ya me conoces me encanta el humor negro juas juas juas.
jajajaja que bueno Bela , increible buenisimo nena
asias Hembra. Al decir la entrada anterior me refiero a la de la bar-ba-co-a, Mery.
Joer, me ha encantado el final... vamos, la respuesta a la enfermera!! Un beso.
Parece que blogger a estado dando problemas para dejar comentarios y parece también que ya están solucionados sorry.
pues sigue funcionando solo cuando quiere
Vaya parece que ahora sí, esto se llama hablar sola.
se que es tarde pero aki ando intentando poner algun comentario a esta historia que como siempre me encnatan!!! ains lo que me rio...pobrete sergio!!! tendra su recompensa?? jajajajaja ;))
no me canso de leerlas....por fin consegui escribir!! ;)
bieeeennnn el pobre sí pero yo diría que mal no se lo pasa jajaja
Publicar un comentario