- -Pero dr. yo venía para que me quitase un tapón.
-Un tapón imaginario.
-No no, tiene que estar ahí, mire mejor.
-Señorita si miro mejor tendré que insertar mi cabeza en su oreja.
Tuerzo el morro a sabiendas de que me estoy poniendo pesada y que el pobre hombre tiene razones más que de sobra para enfadarse conmigo.
Esa mañana he ido al otorrino porque desde hace un par de meses, cada vez que me acerco el teléfono al oído derecho oigo cómo me piden un rescate. Lo que quiero decir es que todas las voces me suenan como en las películas cuando los secuestradores ponen en el teléfono, el aparato ese que les distorsiona la voz.
Así es que ahí estoy yo, en el sillón aquel, con el otoscopio metido hasta las sesos y diciéndole al dr. que lo metiese más adentro (uy, que mal ha sonado eso).
-Bela, usted no tiene tapón, ni mucosidad, ni nada que le obstruya el conducto auditivo.
-Pues le juro que yo no oigo bien.
-La creo- me dice sacando el aparato e indicándome que le acompañe a la mesa- existen otros motivos por los que puede haber perdido audición.
-Oiga que yo no estoy sorda.
-Bueno, eso lo vamos a ver ahora- frunzo el ceño para mostrarle mi total desacuerdo con esa afirmación.
Me conecta unos auriculares a los oídos y me da un pulsador, tengo que accionarlo cuando oiga los pitidos.
-PIIII- dice lamáquina.
Ja, pienso yo, no hay problema lo oigo perfectamente.
-PIII- pulso.
-PIII- pulso.
-PIII- pulso.
-¿Y ahora? Mierda no oigo nada, estiro el cuello para divisar por encima del ordenador si le está dando al maldito cacharro.
Le has dado que te he visto, pues toma, pulso.
-Señorita, pulse solo cuando lo oiga si no la prueba no es válida.
Este tío es adivino, pienso yo.
Una vez finalizada la prueba, me dice muy serio:
-Bela, parece que tenemos un problema.
¿Los dos? Pienso yo.
-¿Qué problema tengo dr.?
-Ha perdido el cuarenta por ciento de audición en su oído derecho y el veinte en el izquierdo. Y ahora tenemos que averiguar a qué es debido para lo que habrá que hacerle una serie de pruebas.
-Pero eso no puede ser, yo hace dos meses oía perfectamente.
-Usted lo ha dicho, hace dos meses.
-Pero, pero, pero…
El dr. por toda respuesta enarca una ceja.
-Vale, pues estoy sorda pero no me parece bien.
- Ya me doy cuenta.
La verdad es que le echo una mirada que más parece que me huebiera dejado sorda él, dándome un bocado en la oreja.
Entro para que me quiten un tapón y salgo con no sé cuantas recomendaciones de pruebas, entre ellas una resonancia magnética que descartase posibles neurinomas. Si lo sé sigo oyendo secuestradores.
En cuanto estoy en la calle llamo a mi marido.
-Cariño, casi tengo cuarenta años- le dije.
-Y…
-Pues que soy mayor.
-Cielo, ya hace algún tiempo que eres mayor.
-Pero no quiero.
-Si no fueses mayor, esta mañana no habríamos tardado más de media hora en despedirnos.
-Pero es que ahora estoy sorda.
-¿Qué?
-Tú también eres mayor, también estás sordo.
-Muy graciosa.
-Dime qué te ha dicho el médico.
Cuando se lo cuento no puedo evitar que las lágrimas rueden libremente por mis mejillas, y él me dice eso que siempre me sienta tan bien.
-Tranquila cariño, todo va a salir bien, además yo te quiero igual, recuérdalo ¿vale?
-Vale.
Bela Marbel
Bela Marbel
1 comentario:
basado en hechos reales jaja
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